“La Virgen María indicó a Don Bosco su campo de acción entre los jóvenes, y lo guió y sostuvo constantemente Creemos que María está presente entre nosotros y continúa su misión de Madre de la Iglesia y Auxiliadora de los cristianos"
(Constituciones 8. SDB).
DON BOSCO, DEVOTO DE MARÍA
Muchos estudios existen sobre la importancia de la figura de la Virgen María para la espiritualidad y el apostolado de Don Bosco.
Sin embargo, fijamos nuestra mirada hoy no tanto en estos aspectos, sino en algunos detalles históricos de la vida de Juan Bosco que fueron, primero calando en su personalidad, profundizando su devoción a la Virgen, y luego haciendo de ella baluarte e instrumento de transmisión para los que le rodeaban, especialmente sus jóvenes.
El objetivo del texto es tratar de confrontar estas pinceladas de la relación de Don Bosco con María con nuestra propia experiencia vital, examinar nuestra devoción mariana desde nuestra fe cristiana y desde nuestra vocación salesiana.
1. La devoción a María en la Tradición de la Iglesia.
En Roma, en las catacumbas de santa Priscila, se puede admirar la primera representación de la Virgen con el Niño, mientras, al mismo tiempo, san Justino y san Ireneo hablan de María como la nueva Eva que con su fe y obediencia repara la incredulidad y la desobediencia de la primera mujer. Según el Obispo de Lyon, no bastaba que Adán fuera rescatado en Cristo, sino que «era justo y necesario que Eva fuera restaurada en María» (Dem., 33). De este modo subraya la importancia de la mujer en la obra de salvación y pone un fundamento a la inseparabilidad del culto mariano del tributado a Jesús, que continuará a lo largo de los siglos cristianos.
El culto mariano se manifestó al principio con la invocación de María como «Theotókos» [Madre de Dios], título que fue confirmado de forma autorizada, después de la crisis nestoriana (negación de la maternidad divina), por el concilio de Éfeso, que se celebró en el año 431.
La reacción popular en esta crisis testimonia el arraigo del culto a la Virgen entre los cristianos que, «ha crecido admirablemente en veneración y amor, en oración e imitación» (Lumen gentium, 66).
También se expresó especialmente en las fiestas litúrgicas, entre las que, desde principios del siglo V, asumió particular relieve «el día de María Theotókos», celebrado el 15 de agosto en Jerusalén y que sucesivamente se convirtió en la fiesta de la Dormición o la Asunción.
Además, bajo el influjo del «Protoevangelio de Santiago», se instituyeron las fiestas de la Natividad, la Concepción y la Presentación, que contribuyeron notablemente a destacar algunos aspectos importantes del misterio de María.
Después del concilio Vaticano II, el culto mariano parece destinado a desarrollarse en armonía con la profundización del misterio de la Iglesia y en diálogo con las culturas contemporáneas, para arraigarse cada vez más en la fe y en la vida del pueblo de Dios peregrino en la tierra.
2. La devoción a María en la familia de Don Bosco.
En el territorio de Castelnuovo en diversos pequeños pueblos, Juan Bosco transcurrió los 16 primeros años de su vida: infancia y la adolescencia.
En el ambiente familiar se modela su sensibilidad humana y cristiana. La religiosidad está presente, de manera natural, en todas las acciones de la vida campesina de aquel entorno. El día está marcado por recuerdos referentes a la vida del Señor. Los días, los meses, las estaciones y los años se leen como regalo de Dios.
En este ambiente destaca la influencia de su madre, mamá Margarita, creyente convencida que trata de dar a sus hijos lo mejor que ella tiene: su fe, su espíritu caritativo, su confianza en la Providencia y su empeño en el trabajo de las labores diarias.
Pasados los años, Don Bosco deja escrito los siguientes recuerdos respecto a su buena madre, en referencia a las prácticas de piedad en su infancia: "Su mayor empeño fue instruir a sus hijos en la religión... cuando fui capaz de estar con mis hermanos, me hacía ponerme de rodillas por la mañana y a la noche, y todos juntos rezábamos las oraciones en común y la tercera parte del rosario" (MOi 21-22).
En referencia a la devoción mariana que le inculcó su madre queda patente en las palabras que le dirige cuando Juan Bosco va a iniciar sus estudios en el Seminario y viste la sotana. El mismo Don Bosco nos lo cuenta:
"Querido Juan, ya has vestido la sotana de sacerdote. Como madre experimento un gran consuelo en tener un hijo seminarista. Pero acuérdate de que no es el hábito lo que honra tu estado, sino la práctica de la virtud... Cuando viniste al mundo te consagré a la Santísima Virgen; cuando comenzaste los estudios te recomendé la devoción a esta nuestra madre. Ahora te digo que seas todo suyo. Ama a los compañeros devotos de María. Y si llegas a sacerdote, recomienda y propaga siempre la devoción a María. Al terminar estas palabras, mi madre estaba conmovida y yo lloraba" (MO 79).
Este elemento materno va a aparecer como decisivo en el sueño que llamamos "de los nueve años". Nos fijamos en las referencias marianas de este "sueño", que se va a convertir en el método educativo y pastoral de Don Bosco. Nos cuenta en sus "Memorias":
"En el sueño me pareció estar junto a mi casa. Al ver una turba de chiquillos que se pegaban me metí enseguida en medio de ellos. En aquel momento apareció un hombre muy respetable, me llamó por mi nombre y me mandó ponerme al frente de aquellos muchachos, añadiendo estas palabras: No con golpes, sino con la mansedumbre y caridad.
-¿Y cómo podré conseguirlo? - añadió - Yo te daré la Maestra - siguió el personaje - Bajo su disciplina podrás llegar a ser sabio, pero sin ella toda sabiduría se convierte en necedad.
- ¿Y quién sois vos que me habláis de este modo?
- Yo soy el Hijo de Aquella a quien tu madre te acostumbró a saludar tres veces al día.
- ¿Y cuál es vuestro nombre?
- Mi nombre pregúntaselo a mi Madre.
- Ella, tomándome bondadosamente de la mano, me dijo: He aquí tu campo, he aquí donde debes trabajar. Hazte humilde, fuerte y robusto. Y poniéndome la mano sobre la cabeza me dijo: A su debido tiempo, todo lo comprenderás" (MO 16).
Nos encontramos delante de una narración rica en detalles y contenido: El protagonista es Jesús, el Señor, que deja paso a quien va a ser la "Maestra", aquella a quien Juan, junto con su madre, en el trabajo del campo o con los libros, va a invocar tres veces al día con la oración del "Angelus". (Cfr. CARLO COLLI, Pedagogía spírituale...)
Respecto a los lugares que acompañan la infancia y adolescencia de Juan, él mismo nos dice, por ejemplo, que "la fiesta más grande para los habitantes de Murialdo y de I Becchi era la Maternidad de María Santísima, que celebraban en el segundo domingo de octubre". En ese domingo va a ser cuando se produce el encuentro entre el niño Juan Bosco y el joven sacerdote paisano suyo, D.Caffaso. (MOi 41-43).
Entre las devociones que Juan Bosco cultiva con especial cariño se encuentra la invocación de la Virgen del Rosario. Es la referencia de su niñez. En un ambiente rural, esta fiesta, colocada en los primeros días del mes de octubre, promovía una especial alegría por el final de las tareas del campo. Las viñas habían dado su fruto y se podía disfrutar del buen tiempo otoñal y de la recolección de los frutos. Al mismo tiempo se rezaba y alababa a la Madre que siempre acompañaba, y se hacía con el rezo del Rosario.
Esta invocación jamás la perdió Don Bosco. De hecho, pide a su hermano José que le deje una de las habitaciones de su casa para dedicarla a capilla, con la advocación de la "Virgen del Rosario".
Esa capilla acogerá durante muchos años a los muchachos que Don Bosco llevaba desde Turín en sus paseos otoñales. Con esta invocación han rezado en su juventud Miguel Rúa, Magone, Domingo Savio. Esta sencilla capilla del Rosario es el pequeño primer "centro de culto mariano" que Don Bosco prepara para invocar a María.
Finalmente, como referencia e invocación mariana de estos años juveniles de Juan Bosco, recordamos sus caminatas desde su pequeño caserío hasta el pueblo y su iglesia parroquial, la iglesia de Castelnuovo. En la parroquia de San Andrés Juan recibe el bautismo, la primera Comunión y la vestición de sotana. A esta iglesia iba con frecuencia a recordar y a rezar.
Y ya que estaba en un lugar al que le había costado subir (porque está en el lugar más alto del pueblo), subía un poco más y se acercaba a rezar ante una imagen de la Virgen, llamada con la advocación de "La Virgen del Castillo", pequeño santuario mariano situado en el lugar que ocupaba un castillo medieval. Particularmente se acercaba a él en las fiestas marianas y en los momentos que buscaba silencio y retiro.
3. La presencia de María en la vida de Don Bosco.
En la Iglesia Catedral de Chieri se encuentra un altar dedicado a la Virgen María: "Nuestra Señora de las Gracias". Esta capilla y altar fue construido por la ciudad de Chieri como agradecimiento a la Virgen María, con motivo de la peste de 1630.
Vemos, una vez más, como Juan Bosco incorpora a su espiritualidad los elementos religiosos del ambiente en el que vive. En Chieri tal invocación era "lo popular", "lo más querido". Él se acercaba ante aquella imagen con frecuencia. Se encomendó a ella, sobre todo, en el momento de tener que decidir su futuro.
En sus "Memorias" cuenta las circunstancias de tal decisión: Se acercaba el final de los estudios en el Instituto. Expuse mi situación a mi amigo Luis Comollo. Él me aconsejó que hiciera una Novena, durante la cual escribiría a su tío párroco. El último día de la Novena, en compañía de mi inolvidable amigo, confesé y comulgué. Oí después una misa y ayudé otra en el altar de Nuestra Señora de las Gracias, en la catedral. De vuelta a casa encontramos una carta del tío de Comollo que me recomendaba no entrar en un convento y comenzar los estudios en el Seminario" (MO 71-72).
Ante esta imagen tan querida Juan va a volver en muchas ocasiones. Después de su ordenación sacerdotal Don Bosco celebró las primeras misas en los altares que le traían recuerdos especiales y habían sido más significativos en su preparación vocacional. En este altar de "Nuestra Señora de las Gracias", el 9 de junio de 1841, celebró su cuarta misa.
Juan al entrar en el Seminario, ante todo, observa a los compañeros. Según le había indicado su madre, hace amistad con "los devotos de María y amantes del estudio y la piedad" (MO 81). Reza todos los días el Rosario, con sus compañeros. En las vacaciones de verano, que pasa en su pueblo, se ejercita en predicar sobre el Rosario y sobre la Asunción, y sobre la Natividad de María, en el pueblo de Capriglio " (MO 86).
Durante esta época de Seminario la imagen ante la cual va a rezar y que él quiere con devoción es la de la Inmaculada. Presidía la capilla del Seminario una hermosa imagen de María que actualmente ha sido donada al Colegio Salesiano de Chieri.
Juan Bosco seminarista, una vez más, se adapta a las circunstancias de la devoción e invocación que le proponen en el ambiente en el que vive. Ante esta imagen de la Inmaculada él va a exponer y hacer oración con sus inquietudes vocacionales y con los problemas que le traían los muchachos de Chieri, a los que enseñaba el catecismo y a leer y escribir en los días festivos (MO 85).
Al llegar a Turín después de haber celebrado la primera misa privada con su bienhechor y confesor, Don Cafasso, celebra al día siguiente, lunes, en el Santuario de la Consolata, “para agradecer a la Virgen los innumerables favores que le había obtenido de su divino hijo Jesús” (MO 102).
Los primeros años de sacerdocio los pasa Don Bosco dedicados a su formación y a dejarse interpelar por la situación en que veía a los jóvenes abandonados de Turín: reza, estudia y piensa que algo tiene que cambiar en el modo de acoger y "prevenir" estas miserias e incultura juvenil. Cuando necesita llevar a la oración las situaciones que está contemplando acude al Santuario de los turineses, la Consolata.
A los pocos meses de su estancia en Turín la Virgen María le va a preparar una ocasión para comenzar a hacer realidad el "sueño de los 9 años". En el día de la Inmaculada, 8 de Diciembre de 1841, Don Bosco inicia su labor de catequesis y "Oratorio Festivo" con un joven de 16 años: Bartolomé Garelli. Encomienda estos sencillos inicios a la Santísima Virgen. Pasados los años escribirá el mismo Don Bosco: "Todas las bendiciones que nos han llovido del cielo son el fruto del Avemaría rezada con fervor y recta intención junto con el joven Bartolomé Garelli " (lB XVII, 510).
Llega un momento en que Don Bosco está agotado de fuerzas. Un domingo por la tarde cae al suelo, rendido por el cansancio y por el peso del futuro incierto. Es entonces cuando sus chicos acuden a la Consolata para decir a la Virgen que Don Bosco no podía morir. Lo cuenta de esta manera:
"Aquellos jóvenes espontáneamente rezaban, ayunaban, oían misa, ofrecían sus comuniones. Se alternaban para pasar la noche y el día en oración ante la imagen de la Consolata. Por la mañana encendían velas, y hasta la última hora de la tarde había siempre un número considerable de ellos rezando y suplicando a la Madre de Dios que conservase a su pobre Don Bosco " (MO 171).
La primera imagen de María que Don Bosco compra es una pequeña estatuilla de la Consolata. Ante esta imagen, que se conserva todavía hoy en día en la capilla Pinardi, rezaron durante años Mamá Margarita, el mismo Don Bosco y los primeros jóvenes recogidos en su Oratorio. Sacaban la imagen en pequeña procesión por el patio en las fiestas marianas, y depositaban ante ella (todavía hoy en día), algunos papelitos con las necesidades e intenciones más urgentes.
El día en que mamá Margarita muere, Don Bosco, muy de mañana, se acerca al Santuario de la Consolata acompañado de su fiel amigo y salesiano José Buzzetti. Con lágrimas de dolor celebra la misa en la cripta de la iglesia y después reza de esta manera ante la imagen de María: "Mis hijos y yo nos hemos quedado sin madre en la tierra. Quédate a nuestro lado y haznos tú de madre".
En la nueva iglesia de San Francisco de Sales, uno de los altares estaba dedicado a la Virgen María. Ha permanecido hasta hoy como Don Bosco lo pensó. Ha variado la imagen de la Virgen, que en un principio se colocó la del Rosario y posteriormente una imagen de la Inmaculada, porque ante este altar tuvo lugar la fundación de la Compañía de la Inmaculada, impulsada por el alumno de Don Bosco, Santo Domingo Savio.
La devoción a la Inmaculada era la invocación querida ambientalmente en el Oratorio. Durante 16 años esta iglesia de San Francisco de Sales y esta fiesta mariana sostuvieron la espiritualidad juvenil de aquellos alumnos y primeros salesianos.
La devoción a la Inmaculada se convierte para la pedagogía salesiana en el motor de una serie de valores que están a la base de toda educación: esfuerzo, piedad, bondad, pureza, alegría, compañerismo, vida de familia, vocación... Don Bosco nunca suprimió esta invocación de su método educativo (COLLI, 176).
4. Fundaciones: Basílica, FMA y ADMA.
En 1862 Don Bosco comunicó a los salesianos Pablo Álbera y Juan Cagliero el pensamiento que le venía constantemente:
"Hasta el presente, añadió, hemos celebrado con solemnidad las fiestas de la Inmaculada y en este día comenzaron nuestras primeras obras de los oratorios festivos. Pero la Virgen quiere que la honremos con el título de María Auxiliadora: corren unos tiempos tan difíciles que ciertamente necesitamos que la Santísima Virgen nos auxilie para conservar y defender la fe cristiana. Será la iglesia madre y el centro de donde surgirán todas nuestras obras en favor de la juventud" (Cfr. MBi 7, 333-334).
Y Don Bosco, con esta gran confianza en la Providencia, se puso manos a la obra, sin ninguna base económica sólida. En 1865 se colocó la primera piedra, y el 9 de junio de 1868 se consagró la nueva Iglesia.
Ya en 1844 había tenido un sueño donde se le indicaba el lugar sobre el que habría de construir el Santuario. Y hasta llegó a ver un magnífico templo en cuyo interior destacaba la inscripción "ESTA ES MI CASA, DE AQUÍ SALDRÁ MI GLORIA" (MOi 136).
Aunque la invocación de "Auxiliadora" se encontraba presente en la iglesia desde el siglo XVI, fue Don Bosco quien la adoptó con cariño y la propagó con verdadero celo. A través de sus convicciones y de su predicación, tal invocación pasó a ser popular y juvenil.
El cuadro que preside la Basílica y que el mismo Don Bosco pensó y transmitió al artista, se ha hecho familiar y cercano, haciendo que la eclesiología que encierra se popularice y extienda hasta llegar a nosotros.
El Instituto de las Hijas de María Auxiliadora surge en los años de la madurez apostólica, humana y espiritual de Don Bosco, en los mismos años en los que la Basílica de María Auxiliadora está en construcción.
Don Bosco el 24 de abril de 1871, manifestó al Consejo su pensamiento de fundar un instituto femenino, y les invitó a que después de un mes de oración y reflexión, le dieran su parecer. Por otra parte, ya venía madurando desde una decena de años la relación entre Don Bosco y el grupo de la Inmaculada de Mornese, dedicadas a la promoción humana y cristiana de las chicas del pueblo.
De este grupo selecto, Don Bosco invita a algunas a practicar una regla de vida en común con el propósito de consagrarse a Dios como religiosas.
La fundación sucede el 5 de agosto del 1872 fiesta de Nuestra Señora de las Nieves, una real prolongación de la Basílica de Turín, hecha de piedras vivas. Un monumento vivo a María Auxiliadora.
En Don Bosco el culto a María se hace vida, se concretiza colaborando en realización del Reino de Dios por medio de la educación. La Basílica de María Auxiliadora, da gloria a Dios por las maravillas realizadas en María. El Instituto de las Hijas de María Auxiliadora da gloria a Dios haciendo memoria viva en sus miembros de la presencia viva de María en su vida de consagración y apostolado.
En la Basílica tiene su sede la “Primaria” Asociación de María Auxiliadora, fundada por Don Bosco y a la que se agregan todas las demás Asociaciones que tengan el mismo título y la misma finalidad. Para conseguir que todas se mantuvieran unidas a la de Turín Don Bosco logró del Papa la consideración de Archicofradía, término hoy día usado por tradición ya que ha sido eliminado del Código de Derecho Canónico.
La Asociación de María Auxiliadora fue fundada por Don Bosco como instrumento privilegiado para “promover el culto al Santísimo Sacramento y la devoción a María Auxiliadora de los Cristianos”.
Fue erigida canónicamente en el Santuario de María Auxiliadora de Turín, el 18 de abril de 1869.
5. Además…
► Escribe y divulga seis libritos en los que ilustra el título de Auxiliadora convirtiéndose así en el teólogo de dicho título.
► Pone en marcha la Obra de María Auxiliadora para las vocaciones tardías. Esta obra, aunque ha desaparecido en la actualidad, ha dejado vinculado a la devoción a María Auxiliadora el compromiso por las vocaciones.
► Compone y hace aprobar por Roma la Bendición de María Auxiliadora de la cual dice el IV sucesor de Don Bosco, Don Ricaldone, que es "un pequeño monumento de piedad litúrgica y mariana".
► Difunde la popular novena, conocida por todos, de cuya eficacia son incontables los testimonios en el mundo entero.
► Populariza la jaculatoria "María Auxiliadora de los Cristianos, ruega por nosotros", grabada en el corazón de todos los miembros de la Familia Salesiana.
6. Conclusión
Don Bosco calaba en el corazón de la gente de su tiempo porque vivía sus mismas "devociones". Fue capaz de "encarnarse", pero no para quedarse "en lo de siempre", sino para aportar a su tiempo algo más. Su recorrido devocional para llegar a invocar a María como "Auxiliadora", supone un camino de crecimiento espiritual y de atención a los signos de los tiempos, que denota empeño y progreso espiritual.
Don Bosco nos deja el mensaje de que es posible percibir la presencia constante de María en nuestras vidas. Él así lo experimentó y lo transmitió. Y lo vivía de tal manera que percibía hasta una presencia "física".
Se lo comunicaba con fuerza a las Hijas de María Auxiliadora cuando, ya anciano, un año antes de morir) corregía las interpretaciones que Don Bonetti hacía mientras él hablaba:" no, quiero decir textualmente que la Virgen está aquí, en medio de vosotras. Ella pasea por esta Casa y la protege con su manto" (MBi XVII, 557).
BIBLIOGRAFÍA
JUAN PABLO II, “El culto a la Virgen María”, en L'Osservatore Romano, edición semanal en lengua española, del 17-X-97
LETE, IÑAKI, “La experiencia mariana de Don Bosco”, en www.mariologia.org
SANTOS CAMPAÑA, FELIPE, “La Virgen en la vida de Don Bosco”, en www.autorescatolicos.org
PISTAS PARA LA REFLEXIÓN
- ¿Podrías contar algún recuerdo relativo a la presencia de la Virgen en tu infancia? ¿Alguna advocación en concreto? ¿Algún gesto que se hiciera en casa y que aprendieras de niño? ¿Mantienes alguna costumbre de entonces?
- A medida que ibas creciendo, ¿cómo se iba transformando tu relación con María? ¿Piensas que la formación de los grupos en los que estuvieras o tu propia maduración como persona te hacía cambiar tu visión o mantenías la aprendida?
- Don Bosco percibía constantemente a María en su vida. ¿La percibes tú en la tuya? En tu acción diaria… trabajo, familia, relaciones…
- Para Don Bosco la presencia de la Virgen en sus Casas y obras apostólicas es fundamental. Propagaba con empeño la devoción a María Auxiliadora convencido de su gran valor ¿Y para ti como cooperador? ¿Cómo haces presente la figura de María en tu acción pastoral? ¿Crees que es un valor fundamental?
por Víctor Manuel Luque. Salesiano Cooperador