Mes de Noviembre en el centro de Salesianos Cooperadores de Málaga
LOS JÓVENES DE DON BOSCO
INTRODUCCIÓN-
Don Bosco es el santo de los jóvenes, es un hombre de Dios enviado para ser su signo y portador entre ellos. Por eso, si queremos profundizar en el conocimiento de Don Bosco tenemos que comenzar deteniéndonos en reflexionar sobre los jóvenes a los que Don Bosco quiso dedicarse con predilección, con preferencia pues, lejos de ser esta una decisión que pueda parecer natural, espontánea, fue fruto de un auténtico discernimiento vocacional en el que con la ayuda de Dios descubrió a qué y a quién era llamado.
Visto Don Bosco desde hoy, con lo que conocemos de él, de su obra, de su carisma, parece sabido el resultado de la reflexión que nos proponemos hacer. Sin embargo el camino que ahora queremos realizar es acompañarlo en su discernimiento y opción vocacional, tratar de verlo en las realidades que él vio y sintió para desde ahí ver cómo descubrió su misión y destinatarios y, a través de ello, confrontarlo con nuestra propia opción vocacional como seguidores suyos en el siglo XXI.
EL SUEÑO DE LOS NUEVE AÑOS-.
La intervención de Dios en el discernimiento vocacional de Don Bosco a favor de los jóvenes aparece pronto en su vida. El “sueño de los nueve años” es determinante en su vida y en su obra.
Con frecuencia hemos oído y leído su relato en boca de Don Bosco pero también otras personas lo oyeron y dieron testimonio de su existencia.
Oigámoslo ahora en boca de otros, concretamente de Mons. Cagliero, esta experiencia esencial para la vida de Don Bosco, según lo manifestó en el proceso diocesano para la canonización de Don Bosco,:
“yo sé de un sueño que el Siervo de Dios tuvo cuando tenía nueve o diez años de edad. Vio un valle abajo convertirse en una ciudad, y multitud de niños corriendo alrededor por sus calles y plazas, gritando, jugando y blasfemando. Tenía un gran horror a la blasfemia, y además era de temperamento impetuoso por naturaleza. Así que, se fue hacia los niños, regañándolos por las blasfemias, y los amenazaba (con golpes) si no dejaban de blasfemar. Y no paraban, por lo que empezó a agarrarlos. Los muchachos, sin embargo, reaccionaron de igual modo, y se echaron sobre él a puñetazos. Cuando temía por su vida, se presentó un noble caballero en su camino y le ordenó que no huyera y volviera atrás y tratara de persuadir a los golfillos de la calle de que fueran buenos y dejaran de hacer travesuras. Cuando Juan objetó que ya le habían propinado una paliza, el Caballero le presentó a una Señora, que estaba ahora frente a él, con las palabras: “Esta es mi madre, pídele su consejo”. La Señora habló y dijo: “Si deseas ganar a estos harapientos de la calle, no debes usar la fuerza, sino ganarlos con suavidad y amabilidad”. Mientras ella hablaba, se dio cuenta de que los golfos de la calle habían sido sustituidos por otros tantos animales. La Señora luego continuó: “Este es tu campo; métete en él y trabaja”. Juan obedeció, y pronto vio que los animales se habían cambiado en otros tantos corderos, y él los guiaba como su pastor. Entonces muchos de los corderos, según iban creciendo se convirtieron también en pastores”.
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¿Con qué jóvenes sueña Don Bosco?
¿Qué jóvenes se le presentan a D. Bosco? ¿Cómo son? ¿Qué caracteres tienen?
Continuemos dando un salto en su vida y situándonos en 1.846, con Don Bosco recién ordenado sacerdote y comenzando su trabajo sacerdotal.
JÓVENES “POBRES Y ABANDONADOS” EN EL TURÍN DE MEDIADOS DEL SIGLO XIX.
5 de junio de 1.841, Don Bosco es ordenado sacerdote. Tras pasar unos meses como ayudante temporal en la parroquia de Castelnuovo junto con Don Cinzano, y tras haber recibido algunas ofertas para ejercer un empleo remunerado, marcha a Turín para pedir consejo a D. Cafasso sobre el camino a seguir, y este le recomienda ingresar en el Convictorio Eclesiástico para seguir su formación, y así lo hizo Don Bosco ingresando el 3 de noviembre de 1.841.
Pero una vez ingresado en el Convictorio, y bajo las orientaciones de D. Cafasso, este le llevó a visitar las prisiones donde D. Bosco descubrió conmocionado la degradación de los jóvenes que allí estaban a partir de lo cual “formó un plan”. Junto a ello, D. Bosco de inmediato se vio rodeado de jóvenes que lo acompañaban por las calles y plazas.
Pero ¿qué jóvenes ve y se encuentra D. Bosco en esos momentos? ¿Cuál es la realidad juvenil del Turín a mediados del s. XIX?
En la primera mitad de siglo XIX, la población de Turín experimentó un crecimiento rápido importante. En el Piamonte, la causa inmediata la encontramos en el gran movimiento de inmigración de los campesinos empobrecidos del campo a la ciudad.
Muchos de estos inmigrantes se asentaron donde pudieron, especialmente en los barrios más pobres que surgieron a lo largo de los ríos Dora y Po, hacia el norte y el noreste. El desarrollo urbano de estas zonas consistió en grupos de casas de vecindad construidos para familias de inmigrantes.
¿Quiénes eran estos jóvenes “pobres y abandonados” que atrajeron la atención de Don Bosco desde sus primeros días de estancia en Turín en 1841?
Se trataba de jóvenes del lugar que vivían en los suburbios de los barrios del norte de Turín, tratando de sobrevivir con cualquier medio que se ofreciera, o de muchachos inmigrantes de temporada, empleados marginalmente en el negocio de la construcción. Todos eran jóvenes en riesgo. Don Bosco resalta que, de hecho, muchos de ellos habían estado en la cárcel o estaban en peligro de ir a prisión.
La mayoría andaban entre los 12 y 20 años pero también algunos de más de 25 años. A éstos hay que añadir un gran número de chicos más jóvenes, muchos de los cuales trabajaban en los talleres de manufacturas, que eran contratados para ahorrar sueldos y costes en la producción. Además de ser explotados, estos chicos estaban en grave riesgo, expuestos a toda suerte de peligros físicos y morales.
La satisfacción de las necesidades básicas era la preocupación dominante y la lucha sin descanso en la vida diaria de un trabajador. Y eso dejaba poco tiempo, posibilidades y voluntad para ocuparse de otros intereses importantes, tales como la educación, la práctica religiosa, la diversión y el cuidado de la familia.
Los jóvenes, la mayoría sin trabajo o empleados sólo ocasionalmente, vivían en esta situación de pobreza y estaban todos en riesgo material, moral y religioso.
Existía una extendida práctica de la mendicidad en todas las zonas de la ciudad y una invasión de más mendigos en la temporada de invierno: adultos, madres con sus hijos, familias enteras y muchachos por su cuenta. Esta situación iba acompañada inevitablemente de actividades delictivas.
Muchos jóvenes y chicos menores se veían forzados a vivir a su antojo; practicaban toda clase de trucos y recursos, que iban con frecuencia contra la ley.
Una amplia mayoría de delincuentes juveniles eran pequeños rateros que robaban mercancías de los estantes en el mercado o ladronzuelos que quitaban las carteras a viandantes.
Asombra el número de chicos que se escapaban de su casa. A veces, era el propio padre el que echaba al chico de casa. Las autoridades se lamentaban de que, con mucha frecuencia, los padres, los maestros y los amos no daban cuenta de los fugitivos. Estos jóvenes se juntaban con otros chicos y con vagabundos de la calle y aprendían malos hábitos con estas compañías.
Las bandas juveniles era un fenómeno que se daba con frecuencia. Se trataba de “agrupaciones de indeseables camorristas” y “camarillas de gamberros” que cometían actos de violencia con frecuencia creciente. Estaban compuestas, normalmente, por jóvenes adultos y también por simples chicos, bajo el control de un líder ocasional.
Estas bandas, compuestas por jóvenes adultos de 16 a 34 años, eran agrupaciones espontáneas de jóvenes adultos frustrados, faltos de guías y de motivación. Se les responsabilizaba de mala conducta de todo tipo, pero no de delitos serios en general.
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¿Qué realidad juvenil descubre D. Bosco? ¿Cómo la descubre?
¿Resaltarías algún elemento de los jóvenes que rodearon a D. Bosco?
¿Cuál es la realidad juvenil que nos rodea? ¿Cómo la descubrimos? ¿Presentan similitudes con los jóvenes con los que se encontró D. Bosco? ¿Qué diferencias observamos?
La experiencia vocacional de D. Bosco ¿te interpela? ¿Se parece a la tuya? ¿Cómo descubriste en tu vida la realidad juvenil y popular? ¿La sentiste como llamada?
DON BOSCO Y LA MARQUESA BAROLO.
1844-1845. Don Bosco había sido contratado por la marquesa Barolo como capellán del Pequeño Hospital de Santa Filomena, que atendía a muchachas discapacitadas. Don Bosco ya había iniciado su Oratorio y estando aún en construcción el hospitalico, la marquesa accedió a que el Oratorio usara los “locales del capellán” para sus reuniones.
Pero era inevitable que, al acercarse la terminación de la construcción del hospital, el Oratorio tendría que buscar otro lugar para reunirse. El 18 de mayo de 1845 el Oratorio se marchó del Pequeño Hospital, pasando por un período de continua peregrinación hasta que el 1 de abril de 1846 se asentó en la propiedad de Pinardi, su definitiva residencia.
Cuando se inaugura el Pequeño Hospital, el 10 de agosto de 1845, don Bosco empezó a ejercer de capellán del mismo. Don Bosco había estado enfermo desde que salió del Convictorio en 1844, y su enfermedad se iba haciendo más delicada. A pesar de ello, los domingos pasaba todo el día con sus muchachos y se mantenía disponible para ayudarlos en sus necesidades también durante la semana.
La marquesa admiraba y valoraba mucho a Don Bosco, quería hacer todo lo que estuviera en sus manos para que recuperara la salud y poderlo mantener en sus instituciones. Pero Don Bosco ya había tomado la opción de comprometerse con el Oratorio. Por lo que se hacía inevitable tener que renunciar a su capellanía. La marquesa creía firmemente que Don Bosco renunciaría “a sus vagabundos” y trabajaría a tiempo pleno como capellán de sus obras.
En septiembre de 1845 la marquesa marchó a Roma para gestionar la aprobación de las constituciones de sus congregaciones. El teólogo Borel le informó sobre el deterioro de la salud de Don Bosco y sobre lo que se estaba haciendo para ayudarle: ajustaron el horario de misas para que pudiera descansar más por las mañanas. Don Bosco prometió que después de Epifanía se tomaría un largo descanso lejos del Oratorio y de la capellanía.
Don Bosco no cumplió su promesa y se quedó en el Oratorio. La marquesa volvió a Turín el 6 de mayo de 1846, tras haber sido aprobadas definitivamente las constituciones de las Hermanas de Santa Ana. Poco antes, el 1 de abril, el Oratorio se instaló en el cobertizo de Pinardi. La marquesa escribió una larga carta al teólogo Borel el 18 de mayo de 1845 en la que dejaba de manifiesto que no seguiría dando a Don Bosco el pequeño estipendio salvo que él se alejara de Turín para así evitar dañar gravemente su salud.
Esta carta ponía de manifiesto la alta estima que la marquesa mantenía por Don Bosco como persona y por la obra del Oratorio. Por otro lado, también, deseaba mantenerlo en sus instituciones y lo deseaba sano.
Pero la propuesta de la marquesa llegó demasiado tarde. Don Bosco había llegado a un pacto con su Oratorio: no iba a romper su resolución de ninguna manera, con salud y sin ella.
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¿Qué significado tuvo la marquesa Barolo en la vida de D. Bosco? ¿Qué implicó?
¿Tuvo importancia en su discernimiento y opción vocacional?
¿Hemos tenido en nuestras vidas “marquesas Barolos”? ¿Ha sido o es una realidad en nuestro procesos vocacionales?
¿Qué conclusión sacamos de lo que hemos leído y reflexionado?
Moderador de la formación del mes de Noviembre.
Manolo Garrido, Salesiano Cooperador y Vocal de Formación del Consejo Provincial.
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Sabemos por la historia de la vida de D. Bosco, que su dedicación iba por los más necesitados, pero no solo materialmente, que si, sino se preocupaba mucho por su preparación espiritual.
ResponderEliminarQué frecuentasen los sacramento,que fuesen alegres y sanos. Saludos Josefa
Este tema me ha ayudado mucho a retomar y reflexionar sobre "los muchachos" de Don Bosco y quiénes fueron sus preferencias; lo tuvo muy claro desde siempre. Estoy seguro que nosotros tenemos también muy clara nuestra vocación.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Mª Ángeles.